Compañeros durante la guerra
Aunque todos los compañeros de JYSK Ucrania comparten una tragedia común, los momentos difíciles se experimentan de modos diferentes.
Algunos trabajan en una tienda. Algunos están en las fuerzas armadas o en las defensas que protegen a la población civil. Y algunos han sobrevivido días y noches rodeados por el enemigo en sótanos o refugios antiaéreos.
JYSK se mantiene en contacto con todos ellos y a continuación le presentamos algunas de sus historias personales.
Primeros auxilios para los heridos
Andriy Bezkhlibny, Area Manager of Furniture en Kiev, y su compañera y pareja, Alina Dorosh, que trabaja como Customer Service Supporter, ayudan a los policías que realizan labores de patrulla.
Antes de incorporarse a JYSK, Andriy era teniente en una unidad de personal sanitario. Él y Alina tenían conocimientos básicos de primeros auxilios para heridos. En los primeros días de la guerra, formaron a soldados para que pudiesen proporcionar primeros auxilios. Ahora salvan vidas asumiendo tareas junto con la policía.
«JYSK también ayudó a nuestra unidad con sacos de dormir, mantas y toallas. Además, hemos comprado todo lo necesario para la policía, gracias a mis compañeros del servicio del servicio de atención al cliente», señala Alina.
«Gracias a la empresa por su apoyo, ayuda y atención. Ahora, todo es difícil y aterrador, y también estoy asustando cada vez que voy a una misión. Pero esta es la nueva normalidad en Ucrania, y todos estamos haciendo un trabajo importante en nuestros frentes», comenta Andriy.
De Járkov a Leópolis
El Store Manager Oleksiy Simbiriov, de Járkov, fue evacuado al oeste de Ucrania tras siete días de bombardeos.
«Después de llegar a Leópolis, inmediatamente solicité ir a trabajar y empecé al día siguiente. Estaba muy contento por esa oportunidad porque las tareas del trabajo desviaban mi atención de los problemas, la ansiedad y de seguir continuamente las noticias», señala Oleksiy.
«Estoy orgulloso de que JYSK no se haya quedado al margen, ya que ha donado una gran cantidad de productos a los voluntarios. Abrimos algunas tiendas para nuestros clientes. Nos necesitan porque vendemos bienes vitales. En alfombras, almohadas, colchones, sofás cama, etc., la demanda ha superado con creces la oferta. ¡Vendimos todo lo que podía venderse! Por nuestra parte, intentamos ofrecer un servicio único a cada cliente a pesar de estas condiciones de trabajo especiales», continúa Oleksiy.
Nueve días en el sótano
Yulia Bondarchuk, Store Manager en Bucha, no muy lejos de Kiev, vivió junto a sus hijos en el sótano durante nueve días, mientras se libraban combates en el exterior.
«La incertidumbre fue lo más terrible mientras estuvimos allí. Teníamos miedo de salir al exterior y había bombardeos, helicópteros y aviones de combate constantemente. La noticia es que una granada alcanzó el centro comercial donde se encontraba nuestra tienda y se produjo un incendio», comenta Yulia, que estaba sola con sus hijos mientras su marido estaba en el extranjero.
«Por fin encontramos a un hombre que tenía un coche y nos atrevimos a irnos de allí. Reuní rápicamente a mis hijos y a nuestros dos gatos, que eran lo más importante para mí. Después de todos estos acontecimientos, las cosas materiales ya no significan nada para mí. Todo fue como una especie de sueño: cómo salimos de allí y el miedo que pasamos. Creo que no era capaz ni de respirar. Gente con ametralladoras, disparos por encima de nuestras cabezas. Recuerdo dar las gracias a todos por seguir viva. Estoy muy agradecida a la gente que nos ha ayudado en esta terrible situación», explica Yulia.
Una sólida unidad
Anastasia Zakharova, de la tienda de Bucha, estuvo rodeada durante casi dos semanas en condiciones terribles con su marido y su hijo de tres años.
«El segundo día de la guerra, nos quedamos sin Internet. Tres días después, no había luz ni agua, y siete días después no había gas. Se dice que una persona puede acostumbrarse a cualquier cosa. Y sí, nos adaptamos. Llevamos agua en cubos desde un pozo, construimos una estufa para cocinar en el patio, vertimos gasolina de coches en el generador para cargar el teléfono. Todos los vecinos nos convertimos en un equipo fuerte», afirma Anastasia.
«Entonces la situación empeoró cuando se produjeron combates durante tres horas justo en el exterior de nuestro hogar. En ese momento, solo había una idea en mi cabeza: huir con el niño; pero era demasiado tarde, nuestra ciudad estaba ocupada. Columnas de vehículos enemigos rodeaban nuestro complejo residencial. Estábamos a la espera de un corredor humanitario que finalmente se abrió el 8 de marzo. La huida duró mucho tiempo en una fila de varios kilómetros. Vimos de todo: equipos militares, enemigos. Estaban a cien metros con ametralladoras y solo podían oírse explosiones a nuestro alrededor. No sabíamos qué nos pasaría. Cuando llegamos a donde se encontraba nuestro ejército, todo el mundo lloró: Los peores momentos de mi vida habían quedado atrás», explica Anastasia.
El «batallón de mujeres» de Kateryna
Kateryna Hrushchenko, de la tienda de Járkov, se vio obligada a abandonar su casa y su ciudad, y ahora está organizando la ayuda humanitaria en un pueblo situado cerca de Járkov.
Al lado hay unos 500 inmigrantes de Járkov. Muchas de estas personas eran clientes habituales en la tienda JYSK en la que trabajaba.
«Cada día tengo mucho trabajo que hacer: recopilo listas de migrantes, anoto las necesidades y solicitudes de los residentes, empaqueto y envío ayuda humanitaria, etc. Pero decidí no parar ahí. Me uní a la comunidad de voluntariado de mujeres. Nuestra organización une a mujeres fuertes y activas de diferentes partes de Ucrania. ¡Somos el "Batalón de mujeres"! Tenemos nuestro propio sitio web y creamos contenido en redes sociales», señala Kateryna.